viernes, 11 de marzo de 2011

Louis Armstrong.



En sus primeros años, Armstrong era conocido sobre todo por su virtuosismo con la corneta y la trompeta. Su mejor sonido trompetístico se puede escuchar en las grabaciones con sus Hot Five y Hot Seven. Las improvisaciones que hizo en aquellas grabaciones sobre estándares del jazz de Nueva Orleans y sobre otras canciones populares del momento, han resistido perfectamente el paso del tiempo hasta el punto de soportar la comparación con cualquiera de las hechas por otros intérpretes posteriores.

La generación más antigua de jazzistas de Nueva Orleans se refieren con frecuencia a sus improvisaciones como variaciones melódicas. Las improvisaciones de Armstrong fueron novedosas y sofisticadas en su época, aunque eran sutiles y melódicas. Lo que normalmente hacía era recomponer los temas populares que tocaba, haciéndolos más interesantes. El toque de Armstrong está lleno de alegres, inspiradas y originales melodías, saltos creativos y ritmos sutilmente relajados o dinámicos. El genio de estas composiciones tan creativas se origina en la técnica interpretativa de Armstrong, conseguida tras una práctica constante que amplió su gama, su tono y las capacidades de la trompeta. En estas grabaciones, Armstrong casi llegó a crear sin ayuda de nadie el papel del solista de jazz, convirtiendo lo que era en esencia una música colectiva de tipo folk en una forma de arte con enormes posibilidades para la expresión individual.

La actividad de Armstrong en los años veinte le llevó a tocar más allá de los límites de sus habilidades. Las grabaciones de los Hot Five, especialmente, presentan en ocasiones errores y omisión de notas, aunque son difícilmente perceptibles para una audiencia subyugada por unas actuaciones llenas de energía y espontaneidad. Hacia mediados de los años treinta, Armstrong alcanzó una seguridad plena al tener conciencia de lo que podía hacer y al realizar esas ideas con perfeccionismo.

A medida que su música progresaba y que su popularidad crecía, su canto también se convirtió en importante. Armstrong no fue el primero en grabar scat, pero fue uno de sus maestros y ayudó a popularizarlo. Consiguió un gran éxito con su interpretación de Heebie Jeebies, con momentos de scat, y grabó I done forgot the words (Puedo olvidar las palabras) en mitad de su grabación de I'm A Ding Dong Daddy From Dumas. Tales grabaciones fueron éxitos y el canto scat se convirtió en parte importante de sus actuaciones. Más allá de esto, no obstante, Armstrong experimentaba con su canto, acortando o alargando las frases, insertando improvisaciones, usando su voz de forma tan creativa como lo hacía con su trompeta.

Durante su larga carrera, tocó y cantó con los más importantes instrumentalistas y vocalistas, entre ellos, con Jimmie Rodgers, Bing Crosby, Duke Ellington, Fletcher Henderson, Bessie Smith y, especialmente, con Ella Fitzgerald. Su influencia sobre Bing Crosby es particularmente importante con relación al consiguiente desarrollo de la música popular. Armstrong grabó tres discos con Ella Fitzgerald: Ella and Louis, Ella and Louis Again y Porgy and Bess para Verve Records. Sus grabaciones sobre temas de Fats Waller en Satch Plays Fats y su disco Louis Armstrong Plays W.C. Handy en los años cincuenta fueron quizá sus últimas grabaciones creativas realmente importantes, aunque grabaciones posteriores como Disney Songs the Satchmo Way tiene sus momentos musicales relevantes. En cualquier caso, sus últimas grabaciones son criticadas como simples o repetitivas.

Armstrong logró a lo largo de su carrera un gran número de grandes éxitos con sus interpretaciones; entre ellos se cuentan Stardust, What a Wonderful World, When The Saints Go Marching In, Dream a Little Dream of Me, Ain't Misbehavin', Stompin' at the Savoy, We Have All the Time in the World (parte de la banda sonora de la película de James Bond On Her Majesty's Secret Service y parte también de una anuncio de 1994 de Guinness), etc.

En 1964, Armstrong desbancó a The Beatles de lo alto del Billboard Top 100 con Hello, Dolly, que proporcionó al intérprete de 63 años un récord en Estados Unidos al ser el artista de mayor edad en conseguir un número 1. En 1968, consiguió otro gran éxito en el Reino Unido con la altamente sentimental canción pop What a Wonderful World, que copó las listas británicas durante un mes, aunque en Estados Unidos no tuviese tanto éxito. La canción caló todavía más en la conciencia popular cuanto fue usada en la película de 1987 Good Morning, Vietnam, alcanzando como consecuencia de ello una gran popularidad en todo el mundo. También sería utilizada 9 años más tarde en la película Doce monos.

Armstrong se aproximó a muchos tipos de música, desde el blues más enraizado a los arreglos más almibarados de Guy Lombardo, desde las canciones folk hispanoamericanas a sinfonías y óperas clásicas. Armstrong incorporó influencias de todas estas fuentes en sus interpretaciones, a veces provocando el aturdimiento de sus fans, que querían que el artista se mantuviese en una línea más convencional. Armstrong fue situado en el Rock and Roll Hall of Fame al ser considerado como una de sus primeras influencias. Algunos de sus solos de los años cincuenta, como por ejemplo la roquera versión del «Saint Louis Blues» del disco con WC Handy, muestran que la influencia fue recíproca.

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